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La Clorosis en humanos

¿Qué era la clorosis según los médicos de la época victoriana?

Se pensaba que era una enfermedad crónica que afectaba solamente a mujeres de entre 14 y 24 años que eran vírgenes. También podía afectar a cualquier mujer que estuviera embarazada o con la menopausia. Además esta clorosis podía recibir otros muchos nombres como: “mal de amor” o “enfermedad de la virgen”.

Los síntomas observados por los médicos en aquella época fueron:
-Palidez que se prolongaba por todo el cuerpo.
-La piel adquiría una coloración amarillo-verdoso.
-Las extremidades inferiores sufrían tensión y lasitud.
-Se producen hemorragias nasales, palpitaciones, dolores de cabeza, somnolenncia, hinchazón de la cara, edemas en los tobillos.
-Trastornos en el apetito, tanto por exceso(obesidad), por ingerir cosas nocivas (ej:tierra) o por defecto (anorexia).
-Síntomas de tristeza, nerviosismo, hipocondría, ganas de llorar, irascibilidad…
-Reducción de la líbido, lipotimias, amenorrea, sofocaciones…
Los tratamientos que se llevaban a cabo para curar esta enfermedad eran:
-Sangrías, en algunos casos con sanguijuelas.
-Recomendaciones dietéticas.
-Píldoras de hierro.
-Pediluvios.
-Descargas eléctricas en el útero.
-El matrimonio o el embarazo.
Por una parte, con este tipo de tratamientos las mujeres no sentían ningún placer como señalaban algunos médicos de la Antigüedad, sino más bien sentían un gran dolor y el lógico abandono del tratamiento. Además, los beneficiarios de estos tratamientos era el patriarca, ya que así controlaba más aún a la mujer, y los farmacéuticos, que obtenían mayores ganancias con la venta de las píldoras de hierro.

Por otra parte es importante destacar que la imagen de la mujer desde la visión de la medicina está teñida de discriminación de género. La mujer siempre ha sido vista como un ser frágil, débil e incluso limitada por sus genitales. Hoy en día este asunto no ha cambiado demasiado ya que muchas mujeres tienen que sufrir de parte de los médicos diagnósticos de `nervios` o causas patológicas en patologías orgánicas claras. Esto tuvo su mayor apogeo entorno al siglo XIX. Época en la cual las mujeres debían ser delicadas, entregadas, sacrificadas y embarazadas.

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Las Mujeres en la Época Victoriana: Luchas y Avances

La época victoriana, que abarca desde 1837 hasta 1901 durante el reinado de la Reina Victoria, fue un período de profundas transformaciones sociales y culturales. En este contexto, las mujeres desempeñaron un papel fundamental y enfrentaron desafíos y limitaciones impuestas por las normas sociales de la época. Sin embargo, también hubo notables avances y luchas en busca de la igualdad de género y la expansión de los derechos de las mujeres. En este artículo, exploraremos la vida de las mujeres en la época victoriana, su rol en la sociedad y las contribuciones que hicieron para allanar el camino hacia una mayor igualdad.

Roles y Expectativas Sociales

Durante la época victoriana, las mujeres se enfrentaron a roles y expectativas sociales rígidos. Se esperaba que se dedicaran a las tareas del hogar, la crianza de los hijos y el mantenimiento de una imagen de virtud y moralidad. A pesar de estas limitaciones, muchas mujeres buscaron formas de expandir sus horizontes y desafiar las normas establecidas.

Educación y Oportunidades

La educación formal para las mujeres era limitada durante la época victoriana. Sin embargo, hubo avances significativos con la apertura de escuelas y universidades exclusivas para mujeres. Estas instituciones brindaron oportunidades educativas a mujeres interesadas en campos como la literatura, la ciencia y la medicina. Destacadas mujeres como Florence Nightingale y George Eliot rompieron barreras y se convirtieron en figuras influyentes en sus respectivos campos.

Movimiento Sufragista

Uno de los aspectos más destacados del activismo femenino durante la época victoriana fue el surgimiento del movimiento sufragista. Las mujeres lucharon por el derecho al voto y la igualdad política. Figuras notables como Emmeline Pankhurst y Millicent Fawcett lideraron la lucha, organizando manifestaciones, escribiendo tratados y presionando al gobierno para lograr la igualdad de derechos. Aunque no se alcanzó el sufragio completo hasta después de la época victoriana, el movimiento sufragista sentó las bases para futuros avances en la lucha por los derechos de las mujeres.

Contribuciones en las Artes y la Literatura

La época victoriana también fue testigo de un florecimiento artístico y literario en el que las mujeres desempeñaron un papel destacado. Escritoras como Jane Austen, las hermanas Brontë y Elizabeth Gaskell, entre otras, dejaron un legado duradero con sus obras literarias. Además, las mujeres participaron activamente en la pintura, la música y la actuación, demostrando su talento y contribuyendo al desarrollo cultural de la época.

Reformas Sociales y Laborales

Las mujeres victorianas también se involucraron en la lucha por las reformas sociales y laborales. Participaron en movimientos para mejorar las condiciones de trabajo en las fábricas y para poner fin al trabajo infantil. Además, se comprometieron en la defensa de la atención médica adecuada, la reforma penitenciaria y la abolición de la esclavitud. Su activismo sentó las bases para cambios significativos en las políticas sociales y laborales en el futuro.

La época victoriana fue un período complejo para las mujeres, lleno de desafíos y limitaciones en cuanto a sus roles y derechos. Sin embargo, también fue una época de luchas y avances en la búsqueda de la igualdad de género y la expansión de los derechos de las mujeres. A través de su participación en el movimiento sufragista, sus contribuciones en las artes y la literatura, así como su implicación en las reformas sociales y laborales, las mujeres victorianas allanaron el camino para futuras generaciones. Su valiente lucha y sus logros dejaron un legado duradero, recordándonos la importancia de la igualdad y el empoderamiento de las mujeres en todas las sociedades.

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Los secretos ocultos de la época victoriana

En la rica historia de la época victoriana, hay numerosos secretos y curiosidades que han fascinado a generaciones posteriores. Desde prácticas extrañas hasta eventos misteriosos, la era victoriana alberga una serie de enigmas por descubrir. En este artículo, exploraremos algunos de los secretos más intrigantes de aquel tiempo, revelando historias ocultas que cautivarán a los lectores y les brindarán una visión única de la época victoriana.

El Club de los Muertos Vivientes

Durante la época victoriana, surgieron historias y temores sobre personas que eran enterradas vivas por error. Estos relatos dieron lugar a la formación de un grupo conocido como «El Club de los Muertos Vivientes». En este artículo, exploraremos más a fondo este fenómeno, su origen y las precauciones tomadas en la época victoriana para evitar que las personas fueran enterradas antes de tiempo. El Club de los Muertos Vivientes fue fundado en respuesta a los crecientes temores de ser enterrados vivos. Surgió a mediados del siglo XIX como una organización dedicada a brindar una sensación de seguridad a aquellos que compartían este miedo. El propósito principal del club era ofrecer ataúdes equipados con campanas de seguridad y tubos de aire que permitieran a las personas escapar en caso de que fueran enterradas prematuramente. El miedo a ser enterrado vivo era una preocupación muy real durante la era victoriana debido a la falta de tecnología y conocimientos médicos avanzados. Los informes de personas que despertaban en ataúdes o evidencia de arañazos y marcas en el interior de las tapas de los ataúdes alimentaron aún más estos temores.

El Club de los Muertos Vivientes desempeñó un papel importante en la fabricación y distribución de ataúdes con mecanismos de seguridad. Estos ataúdes estaban equipados con cuerdas o campanas conectadas al interior, permitiendo que la persona sepultada pudiera hacer sonar una alarma en caso de despertar o recuperar la conciencia. También se incorporaban tubos de aire para facilitar la respiración en caso de ser enterrados vivos. Aunque el Club de los Muertos Vivientes ofrecía una medida de tranquilidad, también generó controversia y escepticismo en la sociedad victoriana. Algunos críticos argumentaban que la posibilidad de ser enterrado vivo era exagerada y que los mecanismos de seguridad eran innecesarios o incluso peligrosos. Aunque la existencia exacta y la influencia del Club de los Muertos Vivientes han sido objeto de debate, su legado radica en el reconocimiento de los temores y preocupaciones de la época victoriana sobre el entierro prematuro. Esta preocupación llevó a mejoras en los procedimientos de certificación de la muerte y a la promoción de medidas de seguridad para garantizar que las personas fallecidas no fueran enterradas antes de tiempo. El Club de los Muertos Vivientes fue un grupo que surgió durante la época victoriana para abordar el temor común de ser enterrado vivo. A través de la provisión de ataúdes equipados con campanas de seguridad y tubos de aire, intentaron brindar tranquilidad a aquellos que compartían esta inquietud. Si bien la existencia precisa del club ha sido objeto de debate, su legado destaca la importancia de los temores y precauciones relacionados con el entierro prematuro en la era victoriana.

Jack el Destripador: El Enigma Sin Resolver de la Época Victoriana

Uno de los misterios más notorios e intrigantes de la época victoriana es el caso de Jack el Destripador. Este asesino en serie aterrorizó el distrito de Whitechapel en Londres, dejando una estela de muerte y misterio a su paso. Durante un período de tiempo relativamente corto en 1888, se cometieron una serie de asesinatos brutales en el área de Whitechapel, atribuidos a Jack el Destripador. Las víctimas eran en su mayoría mujeres pobres y prostitutas, lo que generó un debate sobre la explotación social y la falta de seguridad en la época victoriana. Jack el Destripador se ganó su nombre debido a la brutalidad con la que mutilaba a sus víctimas. Utilizaba técnicas quirúrgicas y dejaba marcas distintivas en los cuerpos, lo que sugiere cierto conocimiento anatómico. Estos métodos y la crueldad de los crímenes contribuyeron a crear una atmósfera de terror en la comunidad. La incapacidad de la policía de Scotland Yard para capturar al asesino llevó a una serie de investigaciones frenéticas y a la especulación pública. Los métodos forenses y de investigación de la época eran primitivos en comparación con los de hoy en día, lo que dificultaba el esclarecimiento de los crímenes. A lo largo de los años, han surgido numerosas teorías sobre la identidad de Jack el Destripador. Algunos sospechosos populares incluyen a médicos, nobles y figuras prominentes de la época. Sin embargo, ninguno de estos sospechosos ha sido definitivamente vinculado a los crímenes, y el caso de Jack el Destripador sigue siendo un enigma sin resolver. A pesar de que los crímenes de Jack el Destripador ocurrieron hace más de un siglo, su impacto sigue siendo relevante en la cultura popular y el estudio de la criminalidad. Los asesinatos de Whitechapel han inspirado innumerables libros, películas y obras de teatro, convirtiendo a Jack el Destripador en una figura icónica del mal y el misterio. El caso de Jack el Destripador sigue siendo uno de los mayores enigmas sin resolver de la época victoriana. A medida que el tiempo avanza, es posible que nunca conozcamos la identidad del asesino, lo que perpetúa el aura de intriga y fascinación que rodea a Jack el Destripador. Su historia destaca tanto los aspectos oscuros de la época victoriana como las limitaciones de las investigaciones criminales de la época. Libro en Amazon

La Fotografía de los Espíritus en la Época Victoriana: Explorando el Fascinante Mundo de lo Sobrenatural

En la época victoriana, surgió una tendencia intrigante y controvertida conocida como la fotografía de los espíritus. Esta práctica consistía en capturar imágenes que supuestamente mostraban a seres del más allá. En este artículo, exploraremos el fenómeno de la fotografía de los espíritus en la época victoriana, sus orígenes, técnicas utilizadas y el impacto que tuvo en la sociedad de la época. La fotografía espiritual se hizo popular en la segunda mitad del siglo XIX, cuando la fotografía en general estaba en auge. Con la creencia generalizada en el espiritismo y la fascinación por el mundo sobrenatural, la fotografía de los espíritus capturó la imaginación de muchas personas. Los fotógrafos espirituales empleaban una variedad de técnicas para crear imágenes que supuestamente mostraban la presencia de espíritus. Estas técnicas incluían el doble exposición, el uso de negativos previamente expuestos y la manipulación de las imágenes durante el proceso de revelado. La fotografía de los espíritus estaba estrechamente ligada al movimiento espiritista, que creía en la comunicación con los muertos. Muchos creían que la fotografía podía proporcionar pruebas tangibles de la existencia de los espíritus y establecer contacto con ellos. A medida que la fotografía espiritual ganaba popularidad, también se generaban dudas y críticas. Algunos argumentaban que las imágenes eran fraudes deliberados o resultados de trucos y manipulaciones. Otros cuestionaban la validez del espiritismo en sí mismo. La fotografía de los espíritus tuvo un impacto significativo en la sociedad victoriana. Alimentó el interés por lo sobrenatural, llevando a la organización de sesiones de espiritismo y la búsqueda de evidencia visual de la existencia de los espíritus. Además, sentó las bases para futuros debates sobre la autenticidad de las imágenes y la influencia de la creencia en lo sobrenatural. La fotografía de los espíritus en la época victoriana representa un capítulo intrigante y controvertido en la historia de la fotografía. Aunque algunas imágenes pueden haber sido producto de trucos y manipulaciones, la práctica refleja el profundo interés de la sociedad victoriana por el mundo espiritual y su búsqueda de pruebas tangibles de la existencia de los espíritus. La fotografía de los espíritus dejó un legado cultural duradero y continúa fascinando a las personas interesadas en el cruce entre la fotografía, el espiritismo y el misterio.

El Escándalo de la Caída de los Calcetines

La época victoriana era conocida por su estricto código de etiqueta y apariencias impecables, surgió un escándalo que sacudió los cimientos de la sociedad: el Escándalo de la Caída de los Calcetines. Este incidente, que parecería trivial a primera vista, reveló la complejidad y los secretos ocultos detrás de la moda y las intrigas de la época. Durante el reinado de la Reina Victoria, la vestimenta era una forma de expresión social y un medio para demostrar estatus y refinamiento. Los calcetines, en particular, eran un accesorio esencial para los hombres de clase alta. Un caballero victoriano debía lucir calcetines perfectamente ajustados, simbolizando así su elegancia y buen gusto. Sin embargo, en los salones de la alta sociedad, comenzaron a circular rumores sobre ciertos individuos cuyos calcetines parecían caerse repetidamente. Este fenómeno aparentemente insignificante generó una intriga desenfrenada y alimentó las especulaciones más salvajes. Los cotilleos y chismes se propagaron rápidamente, y pronto se tejieron teorías conspirativas sobre el origen de la misteriosa caída de los calcetines. Algunos sugirieron que era un sabotaje tramado por enemigos políticos o rivales en el amor, mientras que otros apuntaron a una falta de habilidad en el arte de atarse los cordones de los calcetines. La prensa de la época no perdió la oportunidad de explotar el escándalo, publicando artículos sensacionalistas que aumentaron aún más la curiosidad del público. Los periódicos se llenaron de dibujos y caricaturas que ridiculizaban a los afectados por el misterioso fenómeno. A medida que el escándalo se intensificaba, los hombres de la alta sociedad comenzaron a tomar medidas drásticas para proteger su reputación. Surgieron todo tipo de métodos ingeniosos para evitar que los calcetines se cayeran, desde el uso de bandas elásticas hasta técnicas de atado más elaboradas. Se convirtió en una verdadera competencia por encontrar la solución más efectiva. Finalmente, el Escándalo de la Caída de los Calcetines se desvaneció gradualmente, dejando tras de sí un legado de intrigas y lecciones aprendidas. Este incidente llamativo puso de manifiesto la importancia de la moda y la apariencia en la sociedad victoriana, así como la capacidad de los rumores y las habladurías para capturar la imaginación pública.

El Asesinato de Charles Bravo

En 1876, el abogado Charles Bravo fue encontrado gravemente enfermo en su hogar de Surrey, Inglaterra. Antes de sucumbir a su enfermedad, Bravo hizo una declaración impactante: había sido envenenado. Aunque inicialmente se sospechó de una enfermedad natural, las circunstancias sospechosas y las contradicciones en las declaraciones de los involucrados llevaron a creer que Bravo había sido víctima de un asesinato. El asesinato de Charles Bravo desató una intensa investigación policial y judicial. Los sospechosos incluían a su joven esposa, Florence Bravo, a su suegra y a un criado de la casa. Los testimonios contradictorios y las acusaciones cruzadas hicieron que el caso se volviera aún más enigmático. El caso llegó a juicio en 1877, y las pruebas presentadas fueron insuficientes para llegar a una conclusión definitiva. A pesar de las numerosas teorías y especulaciones, el jurado no pudo determinar quién era el responsable del asesinato. Algunos apuntaban a Florence Bravo como la principal sospechosa, mientras que otros sostenían que el envenenamiento había sido llevado a cabo por un tercero desconocido. El asesinato de Charles Bravo dejó un legado de interrogantes y conjeturas. La falta de una resolución clara y la complejidad de los personajes involucrados alimentaron la fascinación del público y de los medios de comunicación de la época. El caso se convirtió en un tema de conversación en los círculos sociales y se plasmó en obras literarias y teatrales, manteniendo viva la intriga en torno a este misterio sin resolver. El asesinato de Charles Bravo sigue siendo uno de los casos más intrigantes y perturbadores de la época victoriana. Este oscuro episodio revela la oscuridad que se ocultaba tras las fachadas de respetabilidad de la alta sociedad, así como las limitaciones y fallas del sistema judicial de la época.

La Excentricidad de la Moda

La época victoriana se caracterizó por su estricto código de etiqueta y decoro, pero también fue una época de excentricidad en la moda. Durante este periodo, las clases altas de la sociedad británica no solo buscaban destacar con su elegancia, sino que también se aventuraban en estilos audaces y extravagantes que desafiaban los límites de la imaginación. La excentricidad de la moda victoriana dejó una huella duradera en la historia y sigue siendo una fuente de inspiración y asombro en la actualidad. La Reina Victoria, conocida por su conservadurismo, influyó en gran medida en las tendencias de moda de la época. Su estilo personal, que favorecía las siluetas ajustadas y los tonos oscuros, sentó las bases para la elegancia victoriana. Sin embargo, a pesar de su estilo sobrio, su reinado también presenció un florecimiento de excentricidad en la moda. La excentricidad de la moda victoriana se expresó a menudo a través del uso de accesorios llamativos y extravagantes. Desde sombreros adornados con plumas, flores y incluso pequeñas aves disecadas, hasta guantes con bordados elaborados y abanicos con diseños extravagantes, los accesorios eran una forma de mostrar estatus y personalidad en la sociedad victoriana.

La moda victoriana también se caracterizó por sus siluetas y cortes inusuales. Las mujeres lucían vestidos con cinturas estrechas y faldas voluminosas que creaban una figura de reloj de arena. Además, se popularizaron los escotes altos, las mangas exageradas y los volantes excesivos, lo que contribuía a una apariencia dramática y llamativa. Las exploraciones y expediciones hacia tierras lejanas despertaron un gran interés en lo exótico. Esto se reflejó en la moda, donde se adoptaron elementos de otras culturas, como los estampados y tejidos inspirados en Oriente, así como joyas y accesorios con diseños egipcios o africanos. La excentricidad de la moda victoriana encontró su fuente en la fascinación por lo desconocido.

Aunque la moda femenina solía acaparar más atención, la moda masculina también experimentó su dosis de excentricidad en la época victoriana. Los hombres llevaban sombreros de copa alta, chalecos con patrones llamativos y bastones ornamentados. Incluso se popularizó el uso de bigotes y barbas elaboradas, que se convertían en auténticas obras de arte. La excentricidad de la moda en la época victoriana desafió las convenciones sociales y permitió una expresión individual sin precedentes.

El Juego de los Escondites

Detrás de la fachada de la estricta etiqueta y las normas sociales, este juego permitía a las personas de diferentes clases sociales interactuar y disfrutar de momentos de diversión y camaradería en una atmósfera encubierta. El juego de los escondites, también conocido como «Hide and Seek», consistía en que un grupo de jugadores se escondía mientras un «buscador» intentaba encontrarlos. El objetivo principal era encontrar a todos los escondidos antes de que se agotara un límite de tiempo establecido. A pesar de las rígidas divisiones de clase social en la época victoriana, el juego de los escondites proporcionaba una oportunidad única para que las personas de diferentes estratos sociales interactuaran de manera informal y sin barreras. Durante el juego, las distinciones de rango y posición social se atenuaban, permitiendo un ambiente de camaradería y diversión compartida. Para hacer el juego aún más emocionante, se elegían ubicaciones inusuales y exóticas para esconderse, como amplios jardines, parques o incluso grandes mansiones. Además, algunos jugadores se disfrazaban o se camuflaban para ocultarse mejor, añadiendo un elemento de intriga y sorpresa al juego. El juego de los escondites generaba una mezcla de emociones, desde la anticipación y la emoción de encontrar el lugar perfecto para ocultarse, hasta el nerviosismo y la adrenalina de ser encontrado. Los jugadores desarrollaban estrategias ingeniosas para encontrar escondites ingeniosos o para pasar desapercibidos entre la multitud, agregando un elemento de desafío intelectual al juego. El juego de los escondites en la época victoriana puede interpretarse como un reflejo de la sociedad de la época. En un contexto social en el que las apariencias y las convenciones eran prioritarias, este juego proporcionaba un escape lúdico donde las personas podían expresarse de manera más libre y desinhibida. Aunque el juego de los escondites se originó en la época victoriana, ha perdurado a lo largo del tiempo y se ha adaptado a diferentes culturas y épocas. Hoy en día, se sigue jugando en diversas formas, tanto en ambientes familiares como en eventos sociales, manteniendo su espíritu de diversión y camaradería. El juego de los escondites en la época victoriana representaba un escape de las restricciones sociales y permitía a las personas disfrutar de momentos de diversión y camaradería. Este juego reflejaba la necesidad humana de expresarse y relacionarse más allá de las limitaciones impuestas por la sociedad. Aunque en apariencia era solo un juego, el juego de los escondites proporcionaba un espacio donde las personas podían explorar su individualidad y establecer conexiones en un contexto informal y encubierto.

En conclusión, la época victoriana está llena de secretos ocultos que continúan fascinando a las personas hasta el día de hoy. A través de la exploración de los misterios y curiosidades de este período histórico, hemos descubierto un mundo lleno de intrigas, tradiciones peculiares y personajes enigmáticos.

Desde las oscuras prácticas médicas y científicas de la época hasta las estrictas normas sociales y las historias de espíritus y fantasmas, la época victoriana nos brinda una visión intrigante y a veces perturbadora de cómo era la vida en aquel entonces. La sociedad victoriana estaba envuelta en un velo de etiqueta y moralidad, pero debajo de esa fachada se escondían secretos oscuros y desconocidos para muchos.

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Epílogo: Serás mi Condesa

Un año después 

—Esta aquí. Finalmente está aquí —dijo Queenie mientras ella e Ivy esperaban para entrar en la iglesia con sus vestidos de novia. Se tomaron de las manos y estaban tratando de respirar. Cherry estaba cerca de ellas y sonreía. 

  —Sí, queridas mías, por fin ha llegado. A vuestro padre le hubiera encantado ver esto. Veros a los dos casaros al mismo tiempo. Tenía lágrimas en los ojos y se las secó con un pañuelo. Después de un año de haber pasado más tiempo juntas, Cherry y las niñas se conocieron mejor. Ivy estaba más que agradecida por ella. 

  Pero ahora estaba lista para casarse. Hubo muchos obstáculos en el camino. Había sido prudente asegurarse de que todo lo relacionado con la casa estuviera en orden, además de tomarse un tiempo para llorar a su padre antes de fijar la fecha para una ocasión tan importante. Por eso Queenie e Ivy habían decidido casarse juntas, para poder compartir su felicidad. 

  —No puedo creer que haya llegado el momento —Podían oír la música nupcial a través de las puertas cerradas. Dos personas las abrieron, y Lord Edimburgo y el Sr. Miller, los padres de sus futuros maridos, las sonrieron. 

—¿Están listos, mis queridas? —preguntó el viejo Lord Edimburgo, y le tendió el brazo a Ivy. Ivy sonrió y pudo sentir lágrimas en sus ojos. Durante el último año, los padres de Jasper y August se habían convertido en familia para Ivy y su hermana. Les habían abierto sus hogares y las habían hecho sentir plenamente aceptadas en la familia como futuras esposas de los hijos que tanto amaban. Ivy sintió que era una hermosa bendición además de un milagro. Había perdido a su querido padre, pero ahora había ganado dos más, y ella y Queenie estaban a punto de embarcarse en una existencia dichosa. 

  —Sí —respondió Queenie, y tomó el brazo del Sr. Miller. Estaban esperando al final de la iglesia para comenzar a caminar, y Queenie se inclinó para susurrarle al oído a Ivy—. Casi fui a la habitación de padre esta mañana para despertarlo, para contarle nuestras buenas noticias. Estaba medio esperando que él estuviera allí, para abrazarnos, besarnos y decirnos lo orgulloso que está de nosotros.  —Queenie le dedicó a Ivy una sonrisa acuosa. 

  Ivy apretó suavemente la mano de su hermana. —Él estaría feliz por nosotras. Si estuviera aquí, nos lo diría. Ahora, es hora de que nos casemos por fin. 

El cuarteto comenzó a caminar por el pasillo, e Ivy sintió que se le cortó el aliento en el pecho mientras observaba los ojos de todos sobre ellos. Debido a que era una boda doble, y Jasper era un futuro conde, casi toda la alta sociedad estaba allí para ver la boda. Ivy nunca pensó que sería parte de algo como eso. Había esperado una vida escondida en las habitaciones de los enfermos, acostada en la cama todas las horas del día y perdiéndose todo. 

  Ahora, todo había cambiado. En el último año, había ganado fuerza y salud, y el médico de Jasper le dijo que no estaba enferma, solo que se había debilitado por una mala constitución, falta de ejercicio y falta de buena nutrición. Ahora, ella no debería tener ningún problema. 

  Finalmente, las damas llegaron al final del pasillo y sus nuevos suegros se las entregaron a sus esposos. Ivy sonrió mientras tomaba las manos de Jasper. Su corazón latía tan rápido que pensó que se desmayaría de la felicidad. Jasper le guiñó un ojo e Ivy supo en su corazón que todo estaría bien. Ella y su familia habían experimentado muchos problemas el año pasado, pero ahora parecía que el camino de felicidad se abría ante ellos. 

  El obispo comenzó su sermón a la congregación, su voz baja y tranquilizadora hizo que Ivy se sintiera más tranquila. 

  —Usted, Lord Edimburgo y Sr. Miller, toman a estas mujeres, ¿la Srta. Ivy Wright y la Srta. Queenie Wright como a sus legítimas esposas?

  —Sí —dijo August detrás de Ivy. 

  —Sí —añadió Jasper, mirando profundamente a los ojos de Ivy. Sus manos enguantadas apretaron las de ella. El obispo se volvió hacia las damas. 

  —Y ustedes, Ivy Wright y Queenie Wright, toman a estos hombres, ¿Lord Edimburgo y el Sr. Miller, como sus legítimos esposos? 

 —Sí —respondió Queenie con voz tranquila y clara. 

  —Sí —dijo Ivy, y sonrió cuando los ojos de Jasper brillaron hacia ella. 

Todo quedó borroso mientras escuchaba el resto de las palabras del obispo, pero luego hizo la proclamación final y todo quedó sellado. —Ahora los declaro esposos y esposas. Lo que Dios ha juntado, que no lo separe el hombre. 

  Ivy contuvo la respiración cuando Jasper levantó su velo y le acarició la mejilla con los dedos. —Te amo, Ivy —dijo, y luego se inclinó para besarla, sus labios suaves contra los de ella. Cuando él se apartó, ella dijo: —Yo también te amo. 

  La música comenzó de nuevo, y la gente les aplaudió. Ivy se giró para sonreír a la multitud, del brazo de Jasper. —¿Ves? Eres la comidilla de la sociedad —le susurró Jasper al oído—. Solo espera hasta que te conviertas en una aventurera. Entonces realmente tendrán algo de qué hablar. 

  Ivy soltó una risita y los cuatro caminaron por el pasillo, con la multitud guiándolos hacia afuera. Cuando llegaron a las puertas de la iglesia, los vítores volaron por todos lados y se precipitaron a través de él hacia el carruaje que los esperaba. Habían decidido compartir un carruaje para el desayuno de bodas en la casa de Jasper, ya que habían compartido todo lo demás hasta el momento, y aunque Ivy disfrutó de la energía feliz de la multitud, sintió que finalmente podía respirar de nuevo una vez que los cuatro estuvieron solos.

  —Qué hermosa ceremonia —dijo August con una sonrisa, y acercó a su esposa—. Y qué hermosas novias. 

  Queenie se rió. —Usted es siempre el bromista, Sr. Miller. 

  —Y me gusta bromear inmensamente con usted, señora Miller. 

  Ivy se rió junto con Jasper. Todos estaban radiantes y le encantaba compartir el momento con su hermana, porque ambas sabían cómo se sentía la verdadera felicidad en ese momento. —Fue hermoso —dijo Ivy—. Creo que nunca antes había sonreído tanto en el transcurso de una hora. 

  Jasper apretó la mano de Ivy con cariño. —Vuestros padres fueron tan amables de acompañarnos por el pasillo, August y Jasper. Han sido muy amables con nosotras todo el año. 

  —Es cierto —sonrió Jasper—. Y qué año tan largo ha sido. Pero finalmente, por fin, estamos casados—. Besó la mano de Ivy, y ella sintió un aleteo en el vientre cuando él la miró. 

—Pronto seremos bombardeados con invitados de todo tipo —dijo August con un gemido cuando vio que se acercaban la casa de Jasper—. Espero con ansias cuando podamos estar solos, libres de los curiosos y de los chismorreos. 

  —Pero los chismorreos son sobre las señoritas Wright—, bromeó Jasper. —Un logro bien merecido. 

—No me importa lo que digan —respondió Queenie—. Solo me importa nuestra felicidad, y estoy segura de que alguien encontrará fallas en nosotros: la comida, los vestidos, el champán. Seguramente algo no estará del todo bien. 

  August se rió. —Cuánta razón tienes, querida —Él besó su mano—. Pero estoy de acuerdo contigo. Todos nos centraremos en nuestra propia felicidad —Levantó una mano en el aire como si estuviera sosteniendo una copa de champán. Sé que aún no hemos desayunado, pero me gustaría hacer un brindis. Ivy se rió mientras imitaba los movimientos de August, y los cuatro pronto estaban sosteniendo sus manos en el aire, como si estuvieran sosteniendo vasos imaginarios. 

  August se aclaró la garganta. —Me gustaría brindar por nuestra felicidad y por nuestro compromiso de amor. Supe que amaba a Queenie desde el momento en que la vi, y después de mucho tiempo de incertidumbre y trato con personajes sin escrúpulos como el llamado barón, todos hemos llegado al final. Todos hemos encontrado a la persona con la que estábamos destinados a casarnos, y ahora podemos enorgullecernos de eso. ¡Por el matrimonio y una vida de felicidad! —Pretendió chocar su vaso con los demás, y vitorearon. 

—Una vida de dicha—, dijo Jasper al oído de Ivy, y la besó en la sien. —¿Estás lista para eso, mi amor?

—Oh, sí, definitivamente estoy lista para una nueva aventura. 

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Newton Knight, un héroe desconocido

Newton Knight

Newton Knight rompió con muchos paradigmas de su época e hizo sus propias leyes. Él fue un granjero del sur de Misisipí, nacido en el año 1829, obligado a luchar en una guerra por unos ideales que no creía. Los Estados Confederados del Sur llevaron a Newt Knight a luchar como soldado por defender la esclavitud. Por defender unas valores sociales y económicos que solo beneficiaban a los terratenientes sureños y a la triste supremacía blanca.

Newton era nieto de John «Jackie» Knight (1773–1861), uno de los mayores esclavistas del condado de Jones antes de la guerra. El padre de Newton, Albert (1799–1862), sin embargo, ni tuvo esclavos ni heredó ninguno a la muerte de su padre. Newton Knight nunca tuvo esclavos. Su hijo escribió que su padre se oponía moralmente a la institución por sus creencias religiosas (era seguidor de la Primitive Baptist Church). De acuerdo con esas enseñanzas, Newton repudió el alcohol, a diferencia de su padre y su abuelo.

Según los cronistas locales cuentan que Knight y sus hombres establecieron el Estado libre de Jones en el condado de JonesMisisipi, y alrededores durante el apogeo de la guerra. La naturaleza y el alcance de la oposición de la Compañía Knight contra el gobierno confederado está en discusión entre los historiadores. Después de la Guerra Civil, Knight se afilió al Partido Republicano. Era de ideas libertarias y anti-esclavistas, y se oponía a una especie de «populismo» racista de los Demócratas del Sur de entonces, y participó en el Gobierno de Reconstrucción de Misisipi (el Gobierno Federal ocupó militarmente el Sur Confederado después de la Guerra), como miembro del Cuerpo de Alguaciles de los Estados Unidos (US Marshal).

Rachel Knight

En 1875, se casó de hecho en segundas nupcias con Rachel, una esclava liberta, con la que tuvo cinco hijos. Pese a que era ilegal el matrimonio interracial, a lo largo de su historia juntos fueron conocidos como matrimonio. Knight rompió con muchos paradigmas de su época e hizo sus propias leyes. Fue el primero en vivir en una comunidad interracial, el primero que tuvo una familia interracial y fue el primero en ser enterrado en un cementerio destinado sólo para personas negras, para descansar al lado de la más importante mujer de su vida, Rachel.

Newton Kinght y su hijo mestizo

En 1935, su primogénito, Thomas, publicó en un libro sobre su figura,» The life and activities of Captain Newton Knight: And his company and the Free State of Jones County», donde lo retrataba cómo un hombre recto y honrado que había rechazado luchar por una causa en la que no creía.

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Venta de esposas durante la epoca victoriana

¡Hola Mis Astros Bellos! ¿Cómo estáis? He estado unos días sin escribir en el blog. Apenas he tenido tiempo para seguir con mi novela y no quería distraerme de mi prioridad principal. Hoy, sin embargo, he encontrado un pequeño hueco y quiero hablaros de un tema poco conocido: la venta de esposas en el Reino Unido (antes y después de la época victoriana). Espero que os resulte interesante este breve resumen que he hecho.

¿Por qué surgió esta práctica?

Antes del año mil setecientos no existía el divorcio en Inglaterra. Sin embargo, ante la fuerte demanda de la población, a inicios del siglo dieciocho el parlamento asumió la competencia para resolver las peticiones por parte de los hombres. Si un hombre demostraba que su mujer había sido adúltera entonces este podía divorciarse, pero no al revés. La mujer tenía prohibida semejante petición ya que carecía de personalidad jurídica y todos sus bienes eran propiedad de su esposo.

Tampoco era un trámite al alcance de todos. ¡Por supuesto! Solo se lo podían permitir los hombres de clase alta porque era un proceso largo y costoso. Los precios oscilaban entre doscientos y cinco mil libras. Para que os hagáis una idea, la población de clase media solía ganar unas dos libras por semana si trabajaban más de un miembro de la familia. Por supuesto, para ellos era inalcanzable el divorcio. ¿Qué podían hacer?

De esta necesidad de las clases medias o bajas surgió la venta de esposas. No era legal, pero las autoridades lo pasaban por alto. Lo que me ha llamado la atención de este asunto es que la mujer podía solicitar ser vendida si no estaba cómoda con el marido ya fuera por adulterio o por crueldad por parte de este. Una vez más descubrimos que las mujeres de clases más bajas tenían un poquito más de libertad que las de clases altas.

¿Cómo se realizaba la venta de esposas?

Primero colocaban anuncios cerca de su vivienda con el día en el que iba a realizarse la venta. Incluso, si podían permitírselo, lo anunciaban en los periódicos y contrataban a un pregonero que iba anunciándolo por las calles. ¿Os lo imagináis? Si lo hiciéramos ahora quizás tendríamos vergüenza. ¿O no?

Luego, con una soga en el cuello de la esposa, marido y mujer se dirigían a una taberna o a un mercado (el lugar indicado en los anuncios previos). Allí se enumeraban los defectos y las virtudes de la mercancía. Lo gracioso, al menos para mí, era que si la mujer había sido infiel solía ser vendida al amante. Otra veces, eran los propios familiares de la esposa los que la compraban. También podía suceder que fuera un desconocido. En ese caso, no le quedaba más remedio que ir con él y rezar para que su futuro fuera mejor que su pasado.

Los precios rondaban entre los cinco y cincuenta chelines. Lo que serían ahora entre ciento setenta dólares (o euros) y doscientos setenta dólares (o euros).

¿Cómo se formalizaba esta venta?

Al ser un evento público y anunciado, normalmente los conocidos y los vecinos sabían que ese matrimonio había llegado a su fin y que, por ende, ambas personas podían volver a casarse. Algunos con más capacidades económicas, contrataban a un abogado para que redactara los pormenores de la venta. La finalidad era que todo pareciera tan legal cuan fuera posible para que el marido no tuviera responsabilidades financieras con su exmujer. Y a veces hijos, los cuales solían ser vendidos con la esposa.

¿Qué opináis de este hecho histórico?

Dejadme en los comentarios vuestra opinión al respecto. ¡Os leo! A mí, en lo personal, hay casos en los que me ha parecido bien y otros que no tanto. Pero por lo menos, tenían la opción de divorciarse y las mujeres podían solicitarlo. Cosa que en las clases altas era impensable y solían ser condenadas a una vida desgraciada.

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Los desmayos en la época victoriana

Posibles causas de los frecuentes desmayos que leemos en las novelas

Solemos leer en las novelas ambientadas en la época victoriana que las damas se desmayan. La pregunta que nos surge es: ¿por qué?

No es común que una persona se desvanezca por un simple rubor o una emoción intensa. ¿Qué les ocurría a estas jóvenes del siglo XIX?

Expertos en la historia aseguran que esto se debía a sus pesados vestidos. Las faldas de los vestidos eran muy anchas y necesitaban más tela para darle volumen. Llegaban a ponerse hasta seis capas de faldas para conseguir el volumen deseado. Hasta que llegó el invento de la crinolina.

La crinolina, a pesar de parecer un objeto tortuoso, fue una liberación para las mujeres de la época. Que sustituyeron las pesadas capas de ropa por este esqueleto hecho de metal. Claro que todo sus ventajas e inconvenientes, puesto que lo que ganaron en ligereza lo perdieron en seguridad. Varias mujeres murieron quemadas a causa de este artefacto (Lee aquí sobre la crinolina).

Sin embargo, con este artefacto, seguían desmayándose. Por lo que el próximo culpable en la lista son los corsés. Estas prendas fueron muy controvertidas para ese entonces, incluso hubo movimientos en contra. Puesto que, con varillas de ballena, oprimía el cuerpo de la mujer. Incluso provocaban el desplazamiento de órganos internos. ¡Qué peligroso! No podían respirar. Aun así, no fue ningún impedimento para muchas mujeres que montaban bicicleta o practicaban otros deportes. ¿Era él el verdadero culpable? ¿Qué opinan?

Otros piensan que era causa de la alimentación. Muchas jóvenes, en su obsesión por tener la cintura delgada, no se alimentaban correctamente. Esto no me lo creo mucho; al menos entre las damas de clase alta. Porque aunque la belleza de la moda dictaba tener una cintura estrecha, también era importante que las mujeres se mostraran saludables y lozanas para presumir de estatus social.

Pero… ¿y si era fingido?

¿Y si los desmayos eran un pequeño teatrillo femenino? De hecho, en muchas de mis novelas, las protagonistas recorren a fingir ciertos desmayos para conseguir sus objetivos. (En este punto, os recomiendo leer Piel de Luna y Lady Perla y el Caballero de Bristol).

Desde mi punto de vista, esto es mucho más creíble. En la época victoriana las emociones estaban mal vistas, y se juzgaban a las mujeres que expresaban sus sentimientos libremente. Creo que muchas de ellas recorrían a los desmayos para demostrar lo que sentían sin decirlo, puesto que estos sí eran socialmente aceptados. Es más, la fragilidad femenina se veía como una cualidad atractiva. A los hombres les gustaba que las mujeres fueran fáciles de impresionar y que se mostraran indefensas, para así ver reafirmada su masculinidad al protegerlas.

¿Vosotras qué pensáis? ¿Eran vahídos reales o fingidos? ¿Los corsés eran los culpables o la coacción de los sentimientos?

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Crinolina: una asesina de la época victoriana

La crinolina, también llamada miriñaque, fue un invento del año 1850. La gran impulsora de este invento fue la emperatriz Eugenia de Montijo, durante el segundo imperio francés. Esta moda mantenía las faldas ahuecadas con una estructura de metal. No era totalmente rígida, se movía con el balanceo de las piernas y cualquier presión sobre ella, hacía que se moviera uniformemente. ¡Qué novedad! Gracias a la crinolina, las seis capas de enaguas almidonadas desparecieron.

El problema fue que las mujeres no eran conscientes de su volumen cuando las llevaban puestas. Imaginaros que, de repente, vuestras piernas ocupan dos metros de ancho en forma de círculo. ¿Creéis que podríais controlar vuestro espacio vital? Y el otro problema era que no existía la calefacción para ese entonces, sino chimeneas.

Sí, tal y como podéis imaginar, las damas del siglo XIX morían quemadas. Deseosas de calor, se acercaban a los hogares prendidos y sus faldas se quemaban. La crinolina no ayudaba a los demás a socorrerlas y terminaban con graves quemaduras en su cuerpo que les causaban la muerte.

The New York Times informa el 20 de febrero del año 1858: «en la que encontramos catalogadas no menos de diecinueve muertes por esta causa, ocurridas en Inglaterra, entre el 1 de enero y mediados de febrero».

«The New York Times estableció un promedio de tres muertes semanales a causa de la crinolina. No exageraba: solo Oscar Wilde perdió dos hermanas (por parte de padre) abrasadas a causa de sus enormes faldas. Emily y Mary fueron invitadas a un baile. La falda de una de ellas se incendió a causa de la crinolina mientras bailaba el último vals. El fuego alcanzó el vestido de su hermana, que se había acercado para intentar ayudarla. Aunque el anfitrión trató de cubrirlas con su capa y las hizo rodar escaleras abajo hasta la nieve, no pudo hacer nada por salvarlas. La muerte de Emily y Mary, en 1871, fue un hecho traumático para el poeta irlandés, que ya había visto morir a una hermana. Solo Northern Standard se hizo eco de la tragedia. Texto extraído de: https://www.yorokobu.es/muerte-y-contrabando-las-consecuencias-la-crinolina-victoriana/

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Capítulo 4: Un romance en invierno

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Rony miró a su tío, desconcertado. No comprendía su repentino enfado. Buscó las respuestas de sus dudas en los ojos celestes del teniente; pero solo se encontró con una capa de indignación y de desagrado. Su tío siempre había sido un hombre severo y algo cínico, pero protector de su familia y leal. Todos comprendían que la ausencia de su esposa lo había convertido en un hombre huraño, en un lobo solitario, pero no hasta ese punto. ¿Se podía saber a qué venía ese cambio de actitud?  

—¿Ha encontrado a Marc, tío? —indagó, poniéndose de pie. Al hacerlo, se dio cuenta de que era tan alto como él. ¡Caray! Siempre había visto al tío Edwin como a un hombre grande y corpulento. La perspectiva le cambio de repente. Y, seguramente, lo había hecho tiempo atrás. Pero no había reparado en ello hasta ese instante. 

—¡No cambies de tema, Rony! —lo reprendió y pasó a su habitación, cerrando la puerta tras de él. 

—¿He hecho algo que lo haya disgustado? 

—Te pedí que te quedaras a cargo de la seguridad de Mary y la encuentro en tu habitación —se ofuscó el viejo teniente. 

—Mary estaba hambrienta, tío —Señaló la bandeja de comida que todavía estaba sobre la alfombra—. Y en ningún lugar, mi prima, hubiera estado más segura que en mi habitación. ¿Cuál es el problema? 

El tío Edwin dejó ir un suspiro y suavizó su ira hasta adoptar una actitud casi paternal con él. —Rony, te estimo como a un hijo y sé que quieres mucho a Mary. No, me retracto. Sé que ambos estáis muy unidos y que habéis crecido juntos, pero debes comprender que las cosas han cambiado. 

Le costó unos segundos comprender las palabras de su tío. Y, al hacerlo, se ofendió de inmediato. —¿Me cree capaz de ver a Mary con otros ojos que no sean los de un hermano? 

—No sois hermanos. 

—¡Somos primos! Siempre nos hemos tratado con confianza y jamás nos han llamado la atención, ni usted ni mis padres —Se llevó una mano a la cabeza—. ¿Cómo puede pensar que he traído a Mary aquí para…? No hemos hecho nada malo.

—No era la actitud adecuada para el futuro Marqués de Salisbury. Y, por descontado, no lo era para una dama en edad casadera como lo es Mary. Ya no sois unos niños. Si de verdad quieres a tu prima, te alejarás de ella y te comportarás como es debido en su presencia. Estamos valorando a dos pretendientes que pueden hacerla muy feliz y no quiero malos entendidos. 

Rony se sintió impotente. Una ira descontrolada lo embargó sin saber muy bien el motivo. Lo único que tenía claro era que el tío Edwin lo estaba, prácticamente, insultando. ¡Jamás tocaría a Mary con oscuras intenciones! ¡Ni la miraría de manera lasciva! ¡Por Dios! ¡Si la consideraba su hermana! 

—¿A un vizconde y al hermano de un Duque? —ironizó—. Podría enumerarle los motivos por los que ambos pretendientes son un fiasco para Mary. 

—Ni siquiera los conoces. 

—Mary merece algo más que un matrimonio por conveniencia. 

—Veo que estás muy interesado en el porvenir de mi hija. 

—Su hija es mi prima, tío. Y, como tal, tengo algunos derechos sobre ella. 

—No tienes ningún derecho sobre ella, Rony. Prométeme que te alejarás. 

—No voy a prometer tal cosa —osó rebelarse con un dolor en el pecho—. Porque no estoy haciendo nada malo al querer a alguien de mi propia familia. 

—No seas irrespetuoso, jovencito. Puede que hayas alcanzado la altura de los dinteles, pero sigues siendo un niño a mis ojos. Vas a tratar a Mary como a una dama y no se hable más. ¿Lo has comprendido? 

Rony miró hacia otro lado y luego bajó la cabeza. No quería discutir con ese hombre al que tanto apreciaba y admiraba. Desde pequeño, su tío había sido un referente, un modelo a seguir. Y conservaba muy buenos recuerdos de su persona y de su relación con él. 

—Lo comprendo —accedió al fin, mirándolo directamente a los ojos—. Pero me duele por Mary, porque sé que ella necesita mi compañía. Está sola. Apenas ríe. Yo soy el único que…

—No está sola.

—¿Cree que la compañía de la vieja señorita Murray es suficiente para ella? —ironizó y apretó los labios, reteniendo sus palabras en la garganta—. No quiero seguir discutiendo con usted, tío —Le hizo una venia por respeto al cargo que ostentaba el Duque y luego esperó en silencio a que este se retirara. 

Cuando el lobo solitario lo dejó solo con sus pensamientos, se sintió confundido e irritado por partes iguales. ¿Era real lo que acababa de suceder? ¿Aquella joven con la que había crecido de pronto le era prohibida? ¡Por Dios! Pero si habían dormido juntos en la misma cama cuando eran pequeños y hasta incluso se habían bañado en el lago en paños menores. ¡¿A qué venía esa repentina norma estúpida y sinsentido?!

Negó con la cabeza y se tumbó en la cama con la mirada clavada en el techo. Mary había cambiado mucho desde que eran unos niños, eso era cierto. Su cuerpo se había desarrollado como el de una mujer. Incluso su voz había adquirido un matiz maduro que antes no tenía. Miró hacia la chimenea y la recordó sentada en la alfombra azul. Con la bata blanca anudada en su cintura. El recuerdo le trajo a coalición una imagen que había obviado: la de las curvas de Mary debajo del algodón. Sí, sin duda, esa imagen hubiera alentado al más sosegado de los hombres. Pero él se negaba a verla o pensarla de ese modo. ¡Sería muy ruin por su parte y como hombre!

Sacudió esas ideas de su mente y decidió dormir. Mañana partiría a Carlisle, apenas quedaban unas horas de camino hasta allí y estaba decidido a hacerlo a lomos de su semental. Un caballo regio escocés, de patas anchas y entrenado para sobrevivir a las más crudas tempestades. No pensaba quedarse en esa hospedería de montaña con la estúpida norma de no poder acercarse a Mary. Si su tío estaba de mal humor, prefería irse. Ya lo recibiría de nuevo en casa, cuando los ánimos se hubieran calmado. ¡Qué ofensa!

Mary Seymour se quedó quieta y de pie en su alcoba, a la espera de su padre y de sus explicaciones. ¡La había humillado! Sabía que le debía respeto y obediencia a ese hombre que la había criado con paciencia y amor. ¡Era su padre! Un duque, un teniente. Pero así como sabía que le debía respeto, también se conocía a sí misma. Y no iba a descansar hasta conocer los motivos por los que había sido gritada y tratada con tan poca deferencia frente a otras personas. Claro que Rony no entraba en la categoría de «otras personas.» Quizás por eso sentía más humillada. 

¡Era su primo! ¿Qué había pensado su padre sobre ella? ¿La creía capaz de…? ¡Qué vergüenza más espantosa!

—Miladi —oyó la voz de la señorita Murray a su lado—. Será mejor que duerma. Han sido muchas emociones en un día y hablar con su padre no le hará ningún bien. Comprenda que el Duque ha pasado horas en la nieve y que su humor no era el mejor cuando la encontró en la habitación de Rony. 

—Mi padre debió alegrarse por mí cuando me vio riendo con alguien de mi edad. Parece que quiere que me marchite entre ancianos solteros y viudos —dijo con frialdad, a sabiendas de que sus palabras habían sonado déspotas hacia su vieja doncella—. Siento lo que he dicho, señorita Murray —La miró arrepentida. 

—No lo sienta. Conozco bien su temperamento porque lo viví con su madre cuando yo era mucho más joven y usted ni siquiera había nacido. Así que, miladi, no se preocupe por mí. Sé que soy una vieja y que usted apenas está descubriendo el mundo. La comprendo, quiere salir y divertirse. Liberarse de las imposiciones sociales de Londres… Pero su cercanía con su primo no es correcta, ya se lo dije. 

—Mary —oyó la voz grave y profunda de su padre, que había entrado en la habitación sin llamar. Lo miró con temple y cerrando su alma con un candado de siete llaves. Sus ojos fueron dos círculos azules sin sentimientos ni emociones. 

—Padre —contestó con voz impasible, sin tono. 

—Cuando adquieres esta actitud me recuerdas mucho a tu difunta madre —La miró con admiración y Mary se dio cuenta de que el enfado del teniente se evaporaba. Ella siempre había sido la debilidad de su padre, lo sabía. Ella era la única que había adquirido el aspecto físico y la personalidad de su difunta esposa. Su hermana menor había heredado todos los rasgos del lobo solitario. 

—Señorita Murray, ¿puede dejarnos? 

—Ahora te preocupas por las apariencias —le recriminó después de que la doncella saliera—. Padre: quiero que sepas, primero de todo, que te respeto y te tengo en alta estima. Pero tu reacción en la habitación de Rony ha sido humillante. No quiero ni pensar en cómo se ha sentido mi primo. Ni quiero detallarte cómo me he sentido yo. Creo, firmemente, que esos no son los modales de un Duque.

—¡Vaya! Recibiendo una reprimenda de mi propia hija. ¿Y cuáles son los modales de una dama de tu posición? ¿Puedes recordármelos, Mary? 

—¡No estaba haciendo nada malo! —se excusó, indignada. 

—Hoy no hacías nada malo, pero mañana podrías estar haciéndolo. 

—¡¿Qué insinúas, padre?! —exclamó en un tono agudo, incapaz de seguir siendo una figurita de hielo ante la acusación. 

—Insinúo que deberás poner distancia entre tú y tu primo. No es adecuado que os mostréis tan cercanos ni que os toquéis del modo en el que lo estabais haciendo. 

Se negó a sonrojarse por si acaso eso le daba la razón a su padre. —Es como un hermano —consiguió explicarse, volviendo a modular el tono de su voz con la espalda erguida. 

—Y, como le he dicho a él: no sois hermanos. 

—¿Has hablado de este tema con él? —se horrorizó—. ¿Cómo has podido hacerlo? ¿Qué va a pensar de mí? 

—Pensará que ya no eres una niña y que debe respetarte como a la dama en que te has convertido. 

—Tus acusaciones, además de ser completamente falsas, son muy ofensivas. No sé cómo puedes pensar que él o que yo…¡No puedo ni decirlo!

—No os estoy acusando, solo os estoy protegiendo. 

Mary soltó el aire de sus pulmones lentamente y bajó un poco la cabeza, triste. —Llevas protegiéndome mucho tiempo, padre. No has favorecido a ninguno de mis pretendientes en tres temporadas. Mi hermana menor ya se ha casado. ¡Antes que yo! ¿Sabes qué vergonzoso es eso?

—¿Te sientes sola? —le preguntó de repente su padre y le extrañó la pregunta. El duque no era dado a esa clase de percepciones. 

—No —mintió por temor a hacerle daño. Sabía cuánto se esforzaba él por ser una buena compañía para ella. 

—¿Sabes qué, Mary? Vamos a bajar ahora mismo y nos sentaremos en una mesa para comer lo que nos apetezca. La posadera ha reservado un lugar especial para el Duque. 

—No tengo nada que ponerme, padre. 

—Bajarás con mi capa —El teniente se sacó su capa negra y se la pasó por encima de los hombros, tapándola bien desde el cuello hasta los pies. Fue entonces cuando reparó en que las botas de su padre todavía estaban mojadas. 

—¿Y Marc? ¿Lo habéis encontrado?

—Lo hemos encontrado inconsciente en un lado del camino. Suponemos que los caballos se lo pusieron difícil y que el frío y la nieve no le permitieron avanzar. Ahora está en su habitación y está consciente. Ya he pedido a la posadera que se encargue de su chimenea y de llevarle un té bien caliente. 

—¡Qué susto! ¡Gracias a Dios que saliste en su búsqueda! Debes estar hambriento —se preocupó por él, olvidándose del asunto de Rony por unos segundos—. Vayamos a esa mesa. Aunque si sigo así, voy a ser la única huésped que saldrá de aquí con más peso. 

—Nos quedan algunos días por delante, así que aprovecha ahora. Los dueños de la hospedería no podrán seguir ofreciendo estas delicias cada día. 

¡Unos días por delante! No podía imaginar cuán incómodos serían si no podía estar con Rony como siempre. Una punzada horrorosa de dolor le cruzó el corazón. No quería que nada cambiara entre ella y su primo. 

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El titanic: historia de amor

Escena tercera clase del titanic

El titanic fue real y un transatlántico británico de enormes dimensiones, sino el más grande del mundo en terminar su construcción. En su primer viaje inaugural, en 1912, este titanic hundido dejó atrás a 1496 personas fallecidas/desaparecidas. Entre ellas, algunas de las personas más ricas del mundo, y muchos ocupantes de tercera clase.

Como escritora de novela romantica, este trágico suceso me ha inspirado de muchos modos. No solo por la belleza de la riqueza hundida en el fondo del océano (hay que considerar que el titanic fue real construido para ser el barco más lujoso existente), sino por una innegable realidad: los pobres y los ricos mueren por igual. O no: porque lamentablemente los ocupantes de tercera clase fueron los que se llevaron la peor parte del accidente del titanic. La mayoría de los supervivientes fueron de primera clase.

Son muchos los descubrimientos que rodean este suceso conocido a nivel mundial. Y jamás dejan de sorprendernos y de inspirarnos. Su memoria se mantiene viva gracias a numerosos libros, documentos, fotografías y películas.

¿Cómo olvidar esa fantástica escena de Rose en proa con los brazos abiertos? «Estoy volando, Jack.» Creo que todos tenemos esa imagen grabada a fuego en la mente porque simboliza muchas cosas, aunque no nos hayamos parado a pensarlas: significa la libertad, la juventud abriéndose paso en dirección a la muerte, el amor, etc.

¿O cómo olvidar la escena de los músicos tocando hasta el final? Me rompió el corazón cuando descubrí que ese fue un hecho verídico. Y no por la música, sino por el valor de esas personas, simples humanos, que se quedaron en un acto generoso (o no) de pie hasta el final en el titanic hundido.

La parte, sin embargo, que hizo mella en mí es la de cuando Rose escapa de las imposiciones de su estatus social y se cuela en el festín de tercera clase. (En este punto, os recomiendo «El diario de una Bastarda» y «Lady Esmeralda y el Barón de Bristol», dos novelas en las que aparece esa escena). El instante en el que la joven sube a la tarima y se desata, dejando atrás todo cuanto le habían enseñado desde la niñez y, saboreando, por una vez y primera vez, la verdadera felicidad. Su verdadera esencia. Es un instante único.

La historia de amor, más allá de los valores que transmite la película, es un clásico que ha pasado a la historia y pasará a la historia. Jack cediéndole la tabla a Rose y muriendo por una mujer a la que conocía de apenas una semana. Muchos han criticado este punto y lo han tachado de inverosímil. Pero muchos desconocen que, en el año 1912, el amor se vivía de otro modo. Era un amor de cartas, flores y detalles. No existía tinder y, sinceramente, no hacía falta. Creo que somos muchos los que añoramos esa clase de amores puros.

«En el fondo, el amor de estos amantes es el más puro, por eso cautiva a millones. Así como nos gusta el tira y afloja entre Scarleth y Rhett, Rose y Jack son la antítesis, porque intentan mantener a flote su romance tanto de las diferencias sociales, los bloqueos físicos que impone el barco entre 1a y 3a clase, así como de los intereses de la madre de Rose.» Humberto Osorio.