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El titanic: historia de amor

Escena tercera clase del titanic

El titanic fue real y un transatlántico británico de enormes dimensiones, sino el más grande del mundo en terminar su construcción. En su primer viaje inaugural, en 1912, este titanic hundido dejó atrás a 1496 personas fallecidas/desaparecidas. Entre ellas, algunas de las personas más ricas del mundo, y muchos ocupantes de tercera clase.

Como escritora de novela romantica, este trágico suceso me ha inspirado de muchos modos. No solo por la belleza de la riqueza hundida en el fondo del océano (hay que considerar que el titanic fue real construido para ser el barco más lujoso existente), sino por una innegable realidad: los pobres y los ricos mueren por igual. O no: porque lamentablemente los ocupantes de tercera clase fueron los que se llevaron la peor parte del accidente del titanic. La mayoría de los supervivientes fueron de primera clase.

Son muchos los descubrimientos que rodean este suceso conocido a nivel mundial. Y jamás dejan de sorprendernos y de inspirarnos. Su memoria se mantiene viva gracias a numerosos libros, documentos, fotografías y películas.

¿Cómo olvidar esa fantástica escena de Rose en proa con los brazos abiertos? «Estoy volando, Jack.» Creo que todos tenemos esa imagen grabada a fuego en la mente porque simboliza muchas cosas, aunque no nos hayamos parado a pensarlas: significa la libertad, la juventud abriéndose paso en dirección a la muerte, el amor, etc.

¿O cómo olvidar la escena de los músicos tocando hasta el final? Me rompió el corazón cuando descubrí que ese fue un hecho verídico. Y no por la música, sino por el valor de esas personas, simples humanos, que se quedaron en un acto generoso (o no) de pie hasta el final en el titanic hundido.

La parte, sin embargo, que hizo mella en mí es la de cuando Rose escapa de las imposiciones de su estatus social y se cuela en el festín de tercera clase. (En este punto, os recomiendo «El diario de una Bastarda» y «Lady Esmeralda y el Barón de Bristol», dos novelas en las que aparece esa escena). El instante en el que la joven sube a la tarima y se desata, dejando atrás todo cuanto le habían enseñado desde la niñez y, saboreando, por una vez y primera vez, la verdadera felicidad. Su verdadera esencia. Es un instante único.

La historia de amor, más allá de los valores que transmite la película, es un clásico que ha pasado a la historia y pasará a la historia. Jack cediéndole la tabla a Rose y muriendo por una mujer a la que conocía de apenas una semana. Muchos han criticado este punto y lo han tachado de inverosímil. Pero muchos desconocen que, en el año 1912, el amor se vivía de otro modo. Era un amor de cartas, flores y detalles. No existía tinder y, sinceramente, no hacía falta. Creo que somos muchos los que añoramos esa clase de amores puros.

«En el fondo, el amor de estos amantes es el más puro, por eso cautiva a millones. Así como nos gusta el tira y afloja entre Scarleth y Rhett, Rose y Jack son la antítesis, porque intentan mantener a flote su romance tanto de las diferencias sociales, los bloqueos físicos que impone el barco entre 1a y 3a clase, así como de los intereses de la madre de Rose.» Humberto Osorio.

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